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Por la igualdad de género en el Externado, ¡¡ya es hora!!


El Externado vive hoy, por primera vez en su historia, una elección amplia y democrática de los representantes del cuerpo profesoral ante el Consejo Directivo de la Universidad. Somos cuatro listas inscritas, cada una de ellas conformada por 12 docentes, hombres y mujeres. Las cuatro están encabezadas por hombres, en las cuatro el segundo titular es un hombre.

Ante el cuestionamiento formulado por colegas en la pasada Asamblea del 25 de agosto, todas las listas dimos una explicación, un argumento, una justificación de la situación. Pero hay una realidad que salta a los ojos. ¡Como Externado no podemos obviarla!

Una primera mirada a lo que pasa en el Externado

Para nadie es un secreto que nuestra sociedad se basa en un sistema patriarcal. Y que bajo este sistema se mantienen prácticas sociales que subordinan lo femenino (más allá del ser mujer) a lo masculino y que producen y alimentan sociedades desiguales y violentas. El orden patriarcal nos pone ante relaciones de poder basadas en la dominación, la posesión y el control, lo que nos afecta a todas y todos, sin importar la identidad de género.

Diversas investigadoras del mundo han señalado que en las universidades se vive un espejismo en temas de equidad de género. Dos hechos: la construcción histórica de las universidades como territorios más democráticos que el resto de la sociedad y el acceso mayoritario de las mujeres a la educación superior, ocultan realidades como la persistencia de prácticas cotidianas y de relaciones de poder inequitativas a su interior, como la violencia basada en género y como la marginalidad de las estrategias de formación con perspectiva de género.

La revisión de datos sobre la participación de género en nuestra Universidad muestra que en estudiantes de posgrados hay un mayor número de mujeres (56%) que de hombres (44%), situación que se acentúa en pregrado, donde el 61% son mujeres y el 39% son hombres[1]. Esto corrobora el asunto mencionado sobre acceso a la educación superior. Ahora, en términos del cuerpo docente, la proporción es la contraria, el 66% de los cargos docentes son masculinos y el 34% femeninos. Y si miramos la participación femenina en cargos directivos, esta se ubica entre el 30% y el 54%. Basta ver que el 64% de las decanaturas están en manos de hombres. Es lo que en la literatura se conoce como “techos de cristal”, haciendo referencia a las barreras invisibles que existen en las organizaciones y que impiden el ascenso de mujeres a cargos directivos. Estos datos, en términos generales, corresponden con los porcentajes de participación de hombres y mujeres en las organizaciones de América Latina. Es decir, la Universidad no se distancia del comportamiento general en lo atinente a la desigualdad y, por lo tanto, debe actuar.

Más allá de los números, porque los temas de igualdad de género superan lo cuantitativo, “desbaratar el patriarcado es un trabajo diario”, como dice Rita Laura Segato, antropóloga argentina. Lo es no solo para los hombres sino también para las mujeres. Tenemos tan introyectados los roles de género impuestos por el sistema que muchas veces ni nos damos cuenta de ello. Consideramos “natural” que no hablemos de desigualdad de género en la Universidad, que las mujeres tengamos ciertos intereses y los hombres otros, que las responsabilidades sociales en el ámbito familiar sean atendidas sobre todo por las mujeres, que la carrera académica del esposo sea prioritaria, que los eventos académicos estén dirigidos por hombres, que las mujeres nos autoexcluyamos de lugares y proyectos, que los beneficios como la licencia de maternidad y otros sean solo para las mujeres. ¡La lista es larga! Y es lo que conocemos como los “techos de cemento”, esas barreras que las mujeres nos autoimponemos, a veces por miedo, otras por supravaloración del hombre y, en ocasiones, por considerar que asumirlas implicará un sobre esfuerzo frente a las cargas domésticas.

Y si vamos más profundo, está el tema de las violencias basadas en género, las cuales incluyen, en la comprensión tradicional, el acoso, el abuso y la agresión sexual. Los dos primeros, en el ámbito universitario, normalmente se yuxtaponen, se confunden y, por tanto, se invisibilizan y desconocen.

En el medio externadista hay varias realidades para pensar y actuar: 1. No se habla del tema de género como asunto institucional y, por tanto, 2. No existen políticas que motiven de forma consciente la participación de las mujeres y de las personas con identidad de género diversa en los espacios académicos, administrativos y directivos, 3. Hay denuncias sobre violencias basadas en género que no se transparentan, 4. No contamos con un protocolo que trabaje concretamente sobre las violencias basadas en género.

Estas circunstancias nos ponen ante el imperativo ético de enfrentarlas, de emprender acciones y de establecer una política integral que lleve a reconocerlas y transformarlas.

La propuesta

Estas reflexiones preliminares motivan a la Lista 1 a proponer un “Diálogo externadista” que ponga el debate en la agenda institucional, con el fin último de establecer una política de transversalización de género que ha de contemplar, como mínimos, 1. Campañas que sensibilicen a la comunidad externadista sobre el tema y su importancia; 2. Procesos pedagógicos para que hombres, mujeres y personas LGTBIQ+, entendamos de qué estamos hablando en cada uno de estos casos y para que aprendamos a reconocer los límites; 3. Acciones disruptivas conducentes a la transformación del lenguaje y de los comportamientos; 4. La inclusión de la perspectiva de género en el pénsum de los distintos programas de pregrado y posgrado; 5. Programas dirigidos a hombres, mujeres y personas de identidad de género diversa que busquen superar los techos de cristal y de cemento; 6. El diseño e implementación de mecanismos claros y públicos para sancionar y erradicar la violencia basada en género; 7. La vinculación de la Universidad con el debate público y con el diálogo activo con la comunidad, en general, en proyectos de extensión y de investigación colaborativa con organizaciones de mujeres y de personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas.

Esto es posible a partir de la conformación de un grupo de trabajo integrado por quienes en el Externado vienen trabajando los asuntos de igualdad de género, profesoras y profesores con saberes e intereses enfocados en el tema que, con certeza, pueden contribuir a lograr una gobernanza tendiente a asegurar la igualdad hacia las mujeres y las personas LGTBIQ+ en todos los espacios académicos y administrativos de nuestra Universidad y a luchar contra las violencias basadas en género, tan presentes y tan poco evidenciadas.

[1] Informe de Gestión Rectoría 2012-2019.

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