Por Richard Tovar
La reforma del pénsum de la Facultad de Derecho no es solo un programa nuevo, se trata también de reformar el Externado de Derecho y en la Universidad todos nos vemos afectados; pero no todos hemos participado, ni hemos sido invitados a debatir su pertinencia, oportunidad y trascendencia. No es solo un cambio de traje, es un cambio de filosofía y de perfil institucional.
Un programa nuevo se estructura no como una forma, pues es una apuesta al futuro con la Universidad del presente. El debate debe estar asociado con la tradición, con el peso de las estructuras de nuestra conciencia real con la que hemos construido nuestra identidad. La Facultad de Derecho no confesional, de libre examen, es un campo académico y no una suma de asignaturas es, por ende, una Facultad transdisciplinaria y si no fuera de esta manera, no podríamos indagar sobre los principios del Estado de derecho deliberante, incluyente y garantista, que haga efectivo el ejercicio de la profesión para enfrentar la desigualdad y la debilidad política.
La reforma adoptada es una suma de segmentos de dedicación semestral y en favor de esta, y defiende con el argumento de que es más conveniente para el estudiante perder un semestre y no un año. En verdad, para el estudiante el fracaso académico es una consecuencia indeseable, una frustración, sea de un semestre o de un año, igualmente indeseable, ante ello solo es elegible el éxito y la excelencia académica en la configuración actual que lo ha hecho posible.
Nuestros egresados han sido forjados con una experiencia que en el pasado da cuenta de otras reformas académicas, algunas infortunadas, pues en la ocasión tampoco fueron oídas las voces de estudiantes y demás estamentos involucrados. Nunca se les preguntó si considerarían importante la historia del derecho, la lógica jurídica y la epistemología argumentativa, y otras tantas prácticas que cuestionan el dogmatismo en sus diversas manifestaciones (positivismo, formalismo, nominalismo), que inhibe la aplicación crítica y el entendimiento holístico de esta apremiante realidad social colombiana.
No hemos escuchado a los estudiantes opinar ni a los inconformes expresar su disconformidad. Nos preguntamos ¿qué podemos hacer ante hechos cumplidos?, debemos convocar a ese sector de profesores a quienes les incumbe, de manera personalísima, el destino académico de sus asignaturas y líneas de investigación.
No queremos ser destinatarios mudos de un perfil profesional que, en esencia, es una apuesta que podría ser tan exitosa como cualquier otra, ya que el propósito no es fundar una facultad de derecho nueva. Sería precipitarnos a la anomia, dar un salto al vacío porque no es el producto madurado del encuentro, la adecuación, la divulgación y la profundidad del análisis. Debemos considerar el marco reflexivo de la universitología, ciencia que ha hecho carrera con comprobada objetividad y que ha sido objeto de recientes publicaciones patrocinadas por nuestra propia universidad.
Reconocemos la calidad de los autores de esta reforma, son talentos jóvenes y pares académicos con excelencia que nos enorgullecen, pero ¿cómo explicar a toda la comunidad del Externado su actuación excluyente, ¿cómo entender los perfiles de teorías de punta cuyos sesgos nos separan y no son el resultado de la incitación al consenso o a la crítica de su proyecto? Por el contrario, el proyecto no da lugar a una ampliación del conocimiento científico, sino que resulta ser una sumatoria de partes segmentadas que no dan cuenta de la totalidad del universo socio-jurídico y político.
Invitamos a todos los miembros de nuestra comunidad académica a activar la comunicación que ha sido la divisa de nuestra Casa de Estudios. Llamo la atención para que recordemos el consejo y reflexión del maestro Fernando Hinestrosa que nos pedía no verter vino nuevo en odres viejos; no podemos inventar una tradición a costa de romper la propia.
Lista 1- Diálogo externadista
Profes de todas las facultades para toda la Universidad