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Libertad de Cátedra en el Externado (I)

Actualizado: 7 feb 2022

La primera fuente importante en la que indagar acerca de esta libertad fundamental, es sin duda La Enciclopedia, la obra de Denis Diderot y Jean d’Alembert realizada entre 1751 y 1780, trabajo emblemático de la Ilustración francesa, en ella se hace una clara reivindicación de la libertad de investigación y de expresión y un rechazo de la superstición, acompañados de una esperanza en el progreso de la humanidad.


En el caso colombiano la fuente más importante es la Constitución de 1863 en la que se proclamó una amplia carta de libertades entre ellas la de opinión y el paso de la educación católica o controlada por la iglesia a la educación laica, de enfoque científico. En la sesión II artículo 7 señala: “La libertad de expresar sus pensamientos de palabra o por escrito sin limitación alguna.”


En el Externado la libertad de cátedra está relacionada con el origen mismo de la universidad “la libertad de expresión, tan sencillo como suena fue motivo esencial, para que un día de febrero de 1886 se fundara esta escuela, por quienes y por oposición a los regeneradores, querían un ámbito donde expresar el conocimiento sin talanqueras, y ante todo la libertad de enseñanza”. Gómez (1886)


El externado es una respuesta a una educación pensada y orientada por el conservatismo con criterios de discriminación a raíz de la derrota del liberalismo en 1885. Ese amor por la libertad de pensamiento y expresión se mantuvo aún en épocas de violencia como en dictadura de Rojas Pinilla. “Solo una devoción inmarcesible por la cultura explica que los malos políticos del olimpo, intransigentes y derrotados, regalaran al país con la fundación del Externado de Colombia, el primer instituto consagrado a la cátedra libre, para redimirlo de la estrecha educación confesional y dogmática en la que junto con un ejército de sectarios incondicionales, se apoyaban los gobiernos conservadores”. Dice el mismo autor en el libro publicado con motivo de los cien años del Externado.


Esta universidad también fue víctima de la persecución oficial como resultado de la famosa “Ley de los caballos” de 1888, al amparo de la cual se cerraron muchas instituciones científicas. Fue una ley que terminó afirmando a los antiguos externadistas en principios tales como la libertad de cátedra, de expresión, de creencias o la fe inalienable en la igualdad de los hombres y en la dignidad humana así como en la tolerancia y el respeto mutuo. Esas fueron las enseñanzas prioritarias del doctor Pinzón y de los profesores de la época y con el paso de los años se convirtieron en los principios rectores del Externado, adquiriendo el carácter de eje central de su filosofía educativa, según lo afirma el doctor Enrique Low Murtra en revista semana octubre de 1986.


En el Externado este derecho reaparece con la reapertura de la universidad en la década del 20 del siglo pasado, reapertura que fue impulsada por los estudiantes a través de un pacto “bajo palabra de honor”. Esta iniciativa estudiantil –como muchas de las mejores de este momento histórico– recupera la declaración inicial de dictar en sus aulas “enseñanzas con criterio puramente científico y sobre la base del respeto de las doctrinas que cada profesor enseñe con plena libertad en su cátedra” Villa Quintero (1886)


El periódico El Tiempo publicó los Estatutos que regirían este periodo de la restauración, el 9 de diciembre de 1922 y en ellos aparecen como fuentes, la Reforma de Córdoba, la Teoría de Vasconcelos y “la Escuela Nueva”. Sin embargo la mayor influencia que se destaca aquí es la Tradición Instruccionista Liberal, que busca consolidar la libertad de Cátedra y autonomía Universitaria. En la junta directiva que se armó para la restauración del Externado estaban los líderes liberales Eduardo Santos y Enrique Olaya Herrera que luego serían presidentes de la República.

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