La Libertad de Cátedra en el Externado, en peligro de desaparecer (II)
Actualizado: 7 feb 2022
La libertad de cátedra, una de las más nobles tradiciones en la vida del Externado, ha estado a punto de desaparecer, como consecuencia de haber dejado la conducción de la universidad en la parte administrativa en reemplazo de la parte académica. En términos prácticos quien no tiene la seguridad de ser contratado al semestre o al año siguiente, debe intentar congraciarse con el funcionario de turno y ese acomodamiento puede incluir –de hecho, ya ha sucedido–, someterse a modificar los contenidos propios de la materia que dicta, para satisfacer los caprichos de este funcionario, aunque puede que no se trate de un experto en la materia.
Según la definición de la Unesco publicada en 1997 la Libertad de Cátedra no puede existir si el derecho a la estabilidad en el cargo no está garantizado. Según los intérpretes de este documento fundamental, este derecho está en entredicho si un investigador o un profesor puede perder su cargo por expresar críticas a la “doctrina oficial” o como resultado de una disputa con las autoridades administrativas o grupos antagónicos mejor posicionados.
En ese mismo sentido manifestó la Asociación Americana de Profesores Universitarios desde la misma declaración de principios proclamada hace más de cien años en palabras de un Rector de aquella época: “En las instituciones de educación superior, el consejo de administración es el organismo de cuya discreción, buenos sentimientos y experiencia ahora depende la obtención de la libertad académica. Hay tablas que no dejan nada que desear a este respecto; pero también hay numerosos organismos que tienen todo por aprender en materia de libertad académica. Estas bárbaras juntas ejercen un poder arbitrario de destitución. Excluyen de las enseñanzas de la universidad materias impopulares o peligrosas. En algunos estados, incluso tratan los puestos de los profesores como un botín político común; y con demasiada frecuencia, tanto en las instituciones estatales como en las subvencionadas, no tratan a los miembros del profesorado con esa alta consideración a la que sus funciones les dan derecho”
La naturaleza de la vocación académica
El problema ha surgido según esta asociación como resultado de considerar la universidad como una empresa comercial, como un negocio y a la docencia como un empleo privado, como cualquier otro, sin ninguna particularidad que lo distinga. Se trata de un desconocimiento olímpico de la función social del académico, una negación evidente de la dignidad del profesor universitario. Según el Boletín de la Asociación la naturaleza de la profesión universitaria, debe recuperarse a partir del reconocimiento de tres condiciones básicas: se trata de un servicio de interés público; depende para su efectividad de la independencia respecto de los entes administrativos y del acceso efectivo del docente a una condición digna en lo personal y en lo profesional.
Si como se ha repetido hasta la saciedad, sobre todo en tiempos de campaña, la educación universitaria es la base de la estructura social y el conocimiento científico es esencial para la civilización, entonces pocas cosas pueden ser más importantes que realzar la dignidad de la profesión de profesor. No se trata de un aspecto puramente económico se trata realmente de readquirir el estatus que le corresponde, de manera que se pueda dedicar libremente a desarrollar su vocación académica.
Y más adelante en el mismo documento citado, señala la Asociación: “En la medida en que los académicos profesionales, en la formación y promulgación de sus opiniones, estén sujetos, o por el carácter de su mandato, a cualquier motivo que no sea su propia conciencia científica y un deseo de respeto por sus compañeros expertos, en esa medida se corrompe la profesión docente universitaria; su influencia adecuada sobre la opinión pública está disminuida y viciada; y la sociedad en general no obtiene de sus eruditos, en una forma pura, el peculiar y necesario servicio que es el oficio del erudito profesional proporcionar”.
Ese servicio, esa opinión fundamentada, la demanda nuestro país en una coyuntura histórica de las características tan dramáticas como la que actualmente estamos atravesando, para poder cumplir con esta obligación el docente del Externado está frente a una oportunidad de salvar la Libertad de Cátedra si elige a la lista que se la puede garantizar, la lista 1, del Diálogo Externadista.